jueves, 29 de enero de 2009
Caminamos por todos los rincones que pudimos encontrar. En cada uno de ellos nos quedamos por largo rato, por un momento inmóviles, casi paralizados, mirándonos fijamente, y por otros solo allí, parados, o sentados, dando vueltas en círculos, como si nada. ¿Por qué nos costaba tanto hablar?. Digo "hablar", como si fuera algo difícil, ¡si conversamos tanto esa noche!. Y de repente pareció ser que la luz del amanecer nos había comido las lenguas. ¿También los besos se escondieron?, ¿dónde quedaron las risas y la alegría de la velada anterior?. ¿Fue acaso ese viento que pasó por delante nuestro quien nos quitó las ganas de ser felices?. ¿Fue ese mismo viento el que nos acobardó a la hora de definir nuestros sentimientos?. ¿Fue la melodía de esa guitarra y la dulzura de nuestras voces cuando tocábamos esa canción recostados sobre el suelo?. Necesito saber, qué fue lo que nos alejó para siempre esa mañana. Te dije: "Es simple: llamar un taxi y dejar que te vayas, o quedarme así con vos como estoy ahora, pero para siempre". Sabemos que si me dieran a elegir, volvería a optar la primer opción. Nunca hubiéramos funcionado juntos. Definitivamente nunca.
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